Lo viene advirtiendo el mundo entero. La grieta, en tiempos de grieta, crece y se ahonda en todos lados. El extremista Bolsonaro gana en Brasil tras reinvidicar horrores de la historia de la humanidad, es decir, que ya toda locura es posible. ¿Qué tiene que ver esto de las separaciones sociales con la música de los EE.UU.? Mucho…

Cuando otro extremista comenzó su carrera hacia la presidencia de la potencia mundial, casi todos los artistas estadounidenses pusieron el grito en el cielo. Todos menos un puñado, y entre ellos, la cantante más popular e influyente de la nación, Taylor Swift. En las redes, donde cualquier cosa se puede decir libremente, Taylor fue víctima de los prejuicios: la vieron rubia y del interior americano, más un par de comentarios al pasar, y su silencio para criticar Trump hicieron que todos se apresuraran: tú estás de su lado de la grieta.

Y no. Tras años de silencio partidario, Taylor sorprendió a todos varias horas atrás. Posteó una larga diatriba en su cuenta de Instagram en la que, palabras más palabras menos, se declaraba demócrata ante las próximas legislativas estadounidenses.

¿Qué habrá pensado el bueno de Donald? El presidente había dicho de ella pocos años atrás que era “absolutamente fantástica”. Consultado por la reciente declaración de la artista country, Trump hizo gala a todo su histrionismo y aseguró que la música de Taylor le gusta ahora “un 25% menos”.

¿Y eso? ¿El cariño de los fans se mide en porcentajes? Pero nobleza obliga: la respuesta fue creativa. Si la hubiera dicho un rock star, el titular sería “la genial respuesta de bla bla bla…”.

Aquí el asunto puede pasar desapercibido, pero ella es palabra sagrada en los EE.UU. Para que se den una idea, una de las mayores búsquedas de Google en 2016 fue “Por quién vota Taylor Swift? Ella es bellísima, altísima e inteligente. Y ahora nos gusta un 25% más.