Amado y odiado en partes iguales. Así podría definirse la relación de Andre Agassi con los aficionados. Es que, como recogimos en una historia previa, su gran tenis y capacidad para brindar espectáculo chocó con las confesiones hechas en su biografía. Entre ellas, que su larga melena no era natural, sino que llevaba una peluca.

Además, en un auténtico bochorno, debió haber sido sancionado por consumo de metanfetaminas, pero la ATP decidió no castigarlo. El “kid de Las Vegas” dijo que se trató de un error de su staff, y esta declaración fue suficiente para perdonarlo.

De todas formas, y pese a que el propio ex número 1 del mundo y ganador de 8 Grand Slams aseguró odiar el tenis, tras su retiro en 2006 continuó vinculado al deporte.

Sus últimas imágenes en una pista no fue hace tanto tiempo atrás: se desempeñó como entrenador de Novak Djokovic entre 2017 y 2018, aunque la sociedad no resultó: coincidió con los peores momentos de la carrera del serbio, con pobres rendimientos, cero motivación y la sospecha de haberle sido infiel a su esposa. 

Luego probó suerte con Grigor Dimitrov, aunque la experiencia también fue breve, dejando en claro que aun no estaba preparado para asumir la posición de coach.

Por fuera del tenis, el exjugador creó su fundación al estilo Federer: la Andre Agassi Charitable Association, organización destinada a ayudar a niños de su ciudad natal.

Además, hace ya 13 años fundó Athletes For Hope, con la idea de agruparse con otros deportistas para ayudar en causas benéficas. El costado solidario de Andre.

Según rescata el diario AS, a nivel familiar, el casamiento con Steffi Graf en 2001 -2 años después del retiro de la alemana- colaboró en gran medida para la tranquilidad de Agassi… dejando atrás las polémicas mencionadas a lo largo de su carrera. Junto a ella tuvo hasta el momento dos hijos: Jaden Gill (18 años) y Jaz Elle, de 16.