El infierno de Demi Moore: Trastornos, adicciones y obsesiones detrás del sex symbol de los ’90
Guía de: Cine
- Alejandra Sarasqueta
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Demi Moore es un ícono del cine. Durante los 90′ alcanzó la cima de Hollywood y se convirtió no solo en una famosísima actriz, sino también en un indiscutido símbolo sexual.
Su imagen fue clave para su carrera, desde su mítico cabello corto hasta aquellos papeles en los que su cuerpo fue el protagonista. Pero fue justamente esta presión -propia y ajena- sobre su imagen la que la llevó a caer en un espiral de adicciones y trastornos alimenticios.
En 1990 había protagonizado “Ghost, la sombra del amor”, un éxito absoluto. Al año siguiente fue tapa de Vanity Fair, en aquella recordada edición para la que posó desnuda y embarazada.
Su desnudo marcó una bisagra en la visión sobre la maternidad y la sensualidad, y le llovieron las críticas. “En este país (…) tienen miedo de imaginar a una embarazada sexy. Es curioso que cuando das a luz te consideran la mujer más maravillosa que ha existido, pero, mientras estás embarazada, te hacen sentir que no eres linda ni sexualmente viable. O eres sexy o eres madre. Yo no quise elegir”, respondió a las reacciones negativas.
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En su biografía “Inside Out”, publicada en 2019, relata cómo fue que en 1992 comenzó a obsesionarse con su imagen. Apenas dio a luz a Scout, segunda de las tres hijas que tuvo con Bruce Willis, su único objetivo fue estar en forma.
“Era mi trabajo entrar en ese uniforme militar delator que tenía que usar en solo dos meses para ‘Cuestión de Honor’. Estar perfecta para esa película desató en mí una obsesión que me consumiría durante los siguientes cinco años”, relató.
Se sometió a una dieta tan restrictiva y un entrenamiento tan intenso que su leche materna no tenía suficiente grasa, por lo que su hija debió recibir suplementos. “Eso me destruyó”, asegura, aunque no impidió que siguiera por el camino autodestructivo.
Su rutina durante el rodaje fue extrema. Según detalla, ejercitaba tres horas en la madrugada y otras tres horas al volver del trabajo. Pesas, bicicleta, running. Lo que fuera necesario.
Para 1993, su trabajo le volvía a exigir mostrar el cuerpo. En “Propuesta indecente”, interpretó a una mujer objeto de deseo de un hombre que ofrece un millón de dólares por una noche con ella.
Otra vez la presión: “Tenía que exhibirme de nuevo y solo podía pensar en mi cuerpo, mi cuerpo, mi cuerpo. Dupliqué mi rutina que ya estaba al máximo, eliminé los carbohidratos y me puse a correr, hacer bicicleta y trabajar en cada máquina imaginable de mi gimnasio”.
El director Adrian Lyne la criticó por haber bajado de peso. “No quiero que parezcas un tipo”, le dijo, y la instó a aumentar cuatro kilos.
El tema de su imagen estuvo presente desde sus inicios, cuando a los 17 años dijo tener 18 y posó desnuda para una revista para adultos. “Me sentí orgullosa de mi trabajo, aunque, al mismo tiempo, me estaba sumergiendo en un mundo que (…) se centraba única y exclusivamente en mi cuerpo, mi aspecto y mi talla, algo que solo sirvió para reforzar la idea de que mi valor dependía de mi atractivo físico”, reflexiona.
En uno de sus primeros trabajos en cine, su cuerpo pareció ser lo único importante. Para la película “¿Te acuerdas de anoche?” (1986) le exigieron bajar de peso para contratarla y algunos críticos dijeron que lo único bueno de la cinta era ver a Moore sin ropa.
Mientras tanto, su relación de 13 años con Bruce Willis tampoco era un cuento de hadas: Demi Moore reveló su verdad sobre matrimonio con Bruce Willis y lo que contó no es para nada favorable
En 1996 sumaría a su filmografía una película que, desde el título, parecía confirmar todo lo dicho antes. El cuerpo, siempre el cuerpo, esta vez en “Striptease”. Con esta cinta se convirtió en la actriz mejor pagada de Hollywood, con un salario de 12.5 millones de dólares. Esto también la hizo blanco de críticas.
Por un lado, feministas cuestionaron que una actriz alcanzara este logro a costa de exponer el cuerpo, mientras que otros la criticaron por considerarla ambiciosa. ¿Pero criticaban por igual a los hombres con grandes salarios? Por supuesto que no.
Entre tanto, Demi Moore seguía obsesionada con su peso: “Mientras filmaba ‘Striptease’, para el desayuno comía media taza de avena con agua y durante el resto del día solo proteínas y algunos vegetales, eso era todo. (…) Los trastornos de alimentación son una locura, una enfermedad. Pero eso no los hace menos reales”.
La fijación con su cuerpo venía de ambas partes: ella, buscando verse de una cierta forma; y los otros, obsesionados con verla. Esto llegó a tal punto que para una escena de la película, se convocó a 200 extras que no cobraron un peso porque su paga fue el privilegio de ver a Demi Moore sin ropa.
La película fue un fracaso y la actriz no salió ilesa: “Solo pretende ser un peep-show de su fabuloso cuerpo, así que así debemos juzgarla. Tiene muslos fuertes, sus pechos lucen genial cuando están parcialmente cubiertos pero tiesos cuando están expuestos. Si crees que esta observación es inapropiada, lo siento, pero su cuerpo es lo único de lo que trata esta película”, dijo una crítica citada por Infobae.
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Lo que vino después fue la teniente O’Neil en “Hasta el límite” (1997), personaje para el que se rapó. También la criticaron, diciendo que el pelo era lo único que le quedaba por quitarse.
Ganó peso y masa muscular y fue aquí cuando se dio cuenta que debía parar: “Mi reacción habitual al terminar la filmación hubiera sido empezar a matarme de hambre y entrenar sin parar para bajar lo que había subido, pero no hice ninguna de las dos cosas. Había llegado a mi límite. Cuando volví a mi casa en Idaho tuve una epifanía en la ducha: necesitaba ser de mi tamaño natural”.
Se alejó de todo y, tras un discreto trabajo en 2000, volvió al cine recién en 2003, como parte de “Los Ángeles de Charlie: Al límite”, en un personaje que de algún modo hacía referencia a su relación tóxica con la fama. A sus 41 años, las críticas fueron que se había gastado una fortuna para verse bien.
“Durante años estuve en espiral, en un camino de verdadera autodestrucción. No importan los éxitos que haya tenido, ni el dinero, ni la fama, nada llenaba mi vacío. Nunca me sentí lo suficientemente buena”, confiesa en su libro.
En 2012, tras terminar su comentada relación con Ashton Kutcher, sufrió una sobredosis de marihuana sintética y colapsó frente a su hija. En 2019, Tallulah Willis, su hija menor, reveló detalles del infierno que vivió por las adicciones de su madre
Tras aquel episodio, comenzó a recuperarse, rodeada de su familia (incluido su ex, Bruce Willis) y enfocada en su salud y su vida personal. Cada tanto tiene participaciones en series y películas, pero su carrera pasó a un segundo plano.
Hace unas semanas, apareció en el desfile de Fendi y el fantasma del pasado regresó gustoso. Su aspecto volvió a ser tema de conversación y muchos debatieron si se había cambiado los rasgos con cirugías.
Pero esta vez, Demi Moore dejó en claro que lo que digan de ella la tiene sin cuidado. Tras el revuelo, dio una entrevista en la que apareció al natural y no se refirió al tema. En cambio, recalcó lo importante: La felicidad que le dio debutar como modelo, una fantasía que tenía desde adolescente y que cumplió ahora, a sus 58 años. Lo demás y los demás, no importan.
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