Las 4 raíces de la crianza consciente de la terapeuta española Yvonne Laborda

Desde "dar presencia" a la "intimidad emocional".

Guía de: Maternidad

En otro artículo les había comentado mi opinión general sobre la crianza consciente y cómo todavía existe mucho mito e ignorancia sobre ella. Más todavía sobre cómo transitarla con nuestros hijos.

En ese mismo artículo les hablé del libro “Dar voz al niño, ser los padres que nuestros hijos necesitan” de la terapeuta humanista-holística española Yvonne Laborda. ¡Y ya lo tengo en mis manos!

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Aunque recién he hojeado los capítulos y leído la introducción (estamos en vacaciones de verano por este hemisferio y escasea el tiempo para leer) les comparto las cuatro raíces de la crianza consciente que Yvonne ha creado y comparte en este libro.

Desde la metáfora del niño como el equivalente a una semilla, que algún día se convertirá en un gran árbol siempre y cuando reciba los nutrientes desde un entorno favorable y desde sus raíces, Laborda plantea:

1.- Dar presencia: Al darle presencia a nuestros hijos, sin distinción de edad, les confirmamos que los amamos y que son importantes para nosotros. Dar presencia no se reduce a compartir un espacio físico, acompañarlos. Dar presencia significa dedicarles TODA nuestra atención, idealmente con nuestros cinco sentidos. 

2.- Validar: para que nuestros niños se sientan respetados y amados incondicionalmente es vital poner en palabras/traducir lo que cada niño, legítimamente, siente y necesita. Así ellos sienten y se perciben escuchados, aceptados respetados y amados a pesar de su malestar o de su actitud. 

3.- Nombrar: Para que los niños pueden entender lo que sucede a su alrededor es muy importante ser honestos con ellos sobre nuestros sentimientos, así como también darle voz nombrando su realidad cuando estén otras personas. Laborda plantea una dolorosa verdad y es que que por lo general, no vemos la necesidad del niño sino sólo la del adulto.

4.- Intimidad emocional: Hablar y escuchar desde nuestros sentimientos sin juzgar ni criticar. La relación se fortalece cuando les ofrecemos un ambiente seguro a los niños, donde prime la empatía. Les explicamos cómo nos sentimos, qué nos pasa o que necesitamos y les ofrecemos la intimidad para que ellos así lo hagan también si lo necesitan o desean.

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