En 1925, Doris Duke tenía 13 años y ya era la mujer más rica del mundo. Hija única de un magnate de la industria tabacalera de Estados Unidos, su vida estuvo siempre rodeada de polémicas.

Sus gustos, romances y aficiones dieron que hablar en aquella época, pero el verdadero misterio en torno a su figura surge de un episodio que aun genera dudas: la muerte de Eduardo Tirella.

El hombre era su diseñador de interiores y todos lo consideraban la mano derecha de Duke. En 1966, ambos viajaban en el mismo coche cuando él bajó a abrir una puerta y murió atropellado por la millonaria. Pese a las dudas, Luke logró librarse de las acusaciones.

El caso fue cerrado en pocas horas como un “accidente desafortunado”, según reporta El País, aunque todo indica que Doris Duke repartió generosos donativos a distintas instituciones para lograr ser absuelta.

A mediados de 2021, el caso fue reabierto teniendo en cuenta las declaraciones de Bob Walker, el único testigo del hecho. Walker era un niño que repartía periódicos cuando vio lo que pasó.

Según él, escuchó una discusión, un coche acelerando y un grito. Cuando se acercó, Duke estaba mirando debajo de su coche. Walker le ofreció ayuda, pero ella le dijo a los gritos que se fuera. El reciente testimonio no cambió los hechos y el caso se volvió a cerrar.

Aun así, esto coincide con los datos recopilados por Peter Lance en su libro de 2021 “Homicidio en Rough Point”. Allí, el periodista relata que Eduardo Tirella había decidido renunciar para probar suerte en Hollywood, lo que habría provocado la discusión y el atropello.

Ya en 1964 había pruebas del comportamiento violento de la mujer más rica del mundo: su segundo exmarido, el músico Joe Castro, la había denunciado por haberlo apuñalado con un cuchillo de carnicero.