Un tiempo atrás me sorprendí al ver a mi vecina, una mujer de más de cincuenta (según creía yo), elegante, ágil y delgada  con musculatura más firme que la mía, un puesto delante en la fila preferencial del supermercado (yo estaba embarazada). Ante mi cara de sorpresa me dice: “Yo estoy bien acá, tengo  62”. Casi tengo la guagua ahí mismo de la impresión, porque al ojo yo le daba 50 y algo. Entonces me agrega “lo que pasa es que me tengo que mantener bien porque mi marido es 10 años menor. He quemado muchas horas en el gimnasio”.

Y claro lo que para ella, que es una, o más bien dos generaciones más que la mía es algo novedoso, pero para las que tienen mi edad es cada vez más común estar con parejas menores. Esto influenciado por dos aspectos: a las mujeres les importa cada vez menos la diferencia de edad y el que el hombre sea proveedor.

Según consigna el sitio Salud 180, de acuerdo con un estudio realizado en Estados Unidos con parejas formadas por mujeres diez años mayor que los hombres, la diferencia de edad les importa más a los demás que a ellos.

Pero qué lleva a buscar un señor más joven. El análisis realizado en el país del norte señala que a la mujer le gusta la vitalidad que el hombre de esa edad trae a sus vidas, mientras que a ellos les seduce la madurez y la confianza de la mujer mayor. Sin embargo, el mismo documento advierte que  la diferencia generacional puede facilitar la infidelidad.

En cuanto al vil dinero, la investigación asegura que tanto mujeres como hombres, ya no se sienten incómodos con la posibilidad de que sea ella la que gane más dinero o incluso sea la proveedora del hogar.

Y pese a que es probable que una mujer autónoma no quiera adoptar como pareja a un inútil, también es un hecho que ellas hoy están menos enfocadas en el estatus de su compañero, respecto de lo que sucedía con las mujeres de generaciones anteriores.