Hace unas semanas mi marido, cuarentón más cerca de pisar los cincuenta, comenzó a usar lentes de lectura. Hasta ahora, salvo las gafas de sol, nunca lo había visto con anteojos. Con el séptimo año de matrimonio sobre las espaldas, que lo venga a encontrar más atractivo que de costumbre, es raro. Pero así fue ¿la razón? Los lentes.

Debo reconocer que siempre me atrajo ese aire medio intelectual que dan un buen par de anteojos. Sin embargo, no había experimentado tan vivamente en el “nuevo” aspecto que esto podría dar a un caballero, más aún si es el marido de una que lo ve todos los días.

El asunto es que me puse a investigar y descubrí que al 80% de las mujeres nos parece más atractivo un varón con lentes que otro sin ellos. Así lo afirma un estudio realizado por Eye Candy Optical, empresa dedicada a la venta de lentes ópticos.

¿De dónde viene eso? De acuerdo al análisis, la razón estaría en lo que inspira un caballero con anteojos. Según la encuesta para el 36% de las mujeres esta imagen es la de un misterioso francés en un café de París; en el caso del 32% esa imagen inspira la de un hombre de negocios de alta potencia; mientras que para un porcentaje similar, el 30%, un caballero con semejante accesorio le recuerda un superhéroe incógnito. A un 2% este señor le parece ser un experto programador que será quien lance el próximo Google, mientras que a un 8% se le vienen otras imágenes de galanes a la cabeza.

La encuesta consideró también lo que ocurre si en un bar una mujer ve un caballero con anteojos ópticos. Ante esto, ellas respondieron que piensan cosas como: mandarle una foto de ambos a la novia de él que se ponga celosa (49%); entablar una conversación y ver qué va surgiendo (39%) y un 4% estaría segura de que el galán no tiene empleo y se pasa toda la noche jugando video games.

En conclusión, de acuerdo al estudio de Eye Candy Optical, el que un hombre se vea atractivo con anteojos tiene más que ver con lo que nos evoca a las mujeres, que con lo que es realmente, dado que no es usual toparse con un francés en un café parisino si uno está en Chile o, más aún, con un superhéroe caminando por la calle.