La hermosa historia entre Michael Jackson y Debbie Rowe: Un amor diferente que sobrevivió a todo
Guía de: Música Pop
- Nicolás Chiesa
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Parece un lugar común que aún así suele salirse con la suya: famosos deben enamorarse de famosos. Sin embargo, no siempre resulta de este modo y aquellas excepciones suelen funcionar. Bueno… Qué es “funcionar” en estos tiempos que corren. Como dirían los más jóvenes: funcionar es un montón. Pero basta de preámbulos y enigmas y vamos a lo que nos compete: la historia “de amor” entre Michael Jackson y Debbie Rowe.
En 1996 el Rey del Pop le puso punto final a su matrimonio con Lisa Marie Presley. El divorció fue la sentencia de muerte de aquel sueño disparatado que, por lo pronto, calzaba de perlas con el axioma de que todo queda entre celebridades. Michael tenía 38 años y debía enfrentar una frustración enorme para alguien como él que, se supone, podía tenerlo todo: no había podido ser padre.
Por su conocido amor por los niños, aquella era una verdadera deuda que el hombre llevaba como una carga. Por aquellos años, Michael le contaba sus pesares a su círculo íntimo, entre los que se encontraba su dermatólogo, Arnold Klein, que lo trataba por vitíligo. Allí, en ese consultorio, Michael consolidó una relación con una de las enfermeras, una tal Deborah Rowe, quien escuchó apenada cuando Michael se lamentó no haber sido padre con Lisa Marie y, más aún, decía temer jamás conocer a la mujer indicada para volver a intentarlo.
Fue Debbie quien le habló a Michael de los procesos que avanzaban en la ciencia: al escuchar la propuesta de la enfermera, dicen, el alma le volvió al cuerpo al Rey del Pop.
Michael y Michael se casaron en noviembre de 1996. El hecho confundió a algunos aunque jamás ocultó demasiado: ellos no eran pareja, tan solo iban detrás del proyecto de paternidad y maternidad compartido. Debbie confirmó todo esto con una entrevista a The Sun: Michael aportaba, supuestamente, el esperma para fecundar óvulos suyos. Decimos “supuestamente” porque con los años, Debbie se desdijo.
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Así nacieron dos hermosos bebés: Michael Joseph y París. En 1999 la pareja, enamorada o no, se diluyó. Debbie cedió sin protestar la custodia de los niños y explicó: “Son sus hijos, los tuve por él. No habrían nacido si no hubiera sido por mi amor por él. Lo hice para que se convirtiera en padre, no para convertirme yo en madre”. Más reflexiones de Rowe acerca del Michael-padre del que poco se supo: “Lo hacía todo. Yo no me esforzaba por ser madre. No cambiaba pañales, no me levantaba en mitad de la noche. Incluso si yo estaba, Michael lo hacía todo”.
Recién luego de fallecido el músico Debbie volvió al ruedo para recomponer su relación con los niños. Ellos, juntos con Prince, nacido en 2002 y sin que se sepa la identidad de la madre, estaban al cuidado de la madre de Michael, Katherine. Debbie volvió, siempre respetuosa, a continuar una particular pero hermosa historia… ¿de amor? Claro que sí.
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