Es un caso paradigmático. Paradigmático. Lo que aún no se sabe bien es … ¿paradigmático de qué? Comencemos con los datos duros, la historia, si es que alguna historia puede contarse sin la presión del pincel de quien pinta. La cuestión fue así. Kate Hudson cantaba en escuelas religiosas, probó suerte en la música con un disco primero y lejano, y el asunto no anduvo.

Años después regresó con otro perfil, otra fórmula y el resultado fue el estallido popular. Ahora, las interpretaciones: Como no anduvo con su música, ¿Katy probó con quitarse las prendas y hacer música sexy, la fórmula probada? En ese caso sería paradigmático: paradigma de quien traicionó sus ideales para ganar fortunas. El as bajó la manga queda para la artista: ¿Y quién sabe cuáles eran realmente sus ideales?

Dejen las chucherías para la prensa sensacionalista.

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Ahora, Katy Perry, 2017, años y años de brillante carrera con su postura ultrasensual y su increíble voz, recordó su aspecto en aquel tiempo inicial. La cantante publicó una imagen de cuando tenía trece años, mucho talento, mucha fe y un vestuario que no variaba del de millones de adolescentes en el mundo entero: jeans, remera gastada. Sí: ella es Katy Perry.

Era divina ya por entonces, pero nosotros nos quedamos con la actual: la mujer exitosa que cumplió sus sueños y admira el planeta. Un caso paradigmático de evolución personal.