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¿Disociar el espíritu de lo material? Razones para entender por qué no es posible

Hoy quiero divagar en torno a la locura que es escindir espíritu de materia.

Muchas de mis reflexiones surgen de conversaciones o comentarios que escucho, y luego registro en el disco duro. A quienes nos gusta escribir, nos gusta vivir con la parabólica encendida, para transformar algunas de las transmisiones que recibimos, en historias.

Hoy quiero divagar en torno a la locura que es escindir espíritu de materia. O lo que es lo mismo, materia de espíritu. Y de cómo, si elevo la mirada, puedo ver todo desde otro lado.

Disociar espíritu

Foto: Internet

Me parece que es tan delirante vivir sólo en la realidad dura de lo material, como en lo puramente espiritual. Somos seres espirituales encarnados, y como tal, ese es nuestro doble origen.

Escuché hace unos meses decir a una mujer que realiza talleres espirituales, que a ella no le interesa un ápice la política. ¿En qué mundo vive?, pensé en ese momento, y sólo le respondí: hasta el agua que te tomas es política. Y por supuesto, hasta ahí llegó la conversación ¿Habrá pensado ella alguna vez que los políticos deciden nuestra salud, la educación de nuestros hijos, la suerte de nuestros recursos naturales?

Insisto, estar sólo en las alturas espirituales es tanto o tan inconsciente como creer que sólo nos movemos para producir, reproducirnos y morir.

Hoy, sin embargo, soy capaz de mirar con distancia ese episodio y puedo elevar la mirada, aunque como me dice una querida amiga, me gusta el “¡ahí viene la lava!” en señal de que ciertos temas que pongo en el tapete, generan más de una roncha en más de uno.

Hoy sigo pensando que hasta el agua que te tomas es política. La diferencia, es que aunque sigo pensando lo mismo, puedo mirar todo desde otro lado. ¿Cómo?  Pensando que el tema de discusión se termina, si cuando escucho a la señora apolítica, acepto su “realidad” por más absurda, poco amable o poco consciente que me parezca. Pensando que el tema se termina cuando dejo de juzgarla y dejo de pretender que tengo todas las respuestas, pues si estoy segura de lo que soy y de lo que pienso, no necesito defenderlo.

Y en última instancia, como dice un gran maestro (que como todo gran maestro no lo parece), el tema se termina cuando logro con-versar, es decir, “hacer versos con”.

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