• Mónica de Simone, ex guía de Alma
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Me cuenta estupefacto un querido amigo, que cuando decide seguir mi consejo de pedir ayuda para compartir en las redes sociales sus productos tecnológicos, -su trabajo, su comepan, no su esencia- , se encuentra con piedras de tope de lo más insólitas. Una chica “esotérica” le responde que ella sólo comparte cursos y talleres, y que si le da compartir a su foto (¡una foto!) su muro corre riesgo de desperfilarse.

-Ella no es tu amiga, le digo -, sólo un contacto de facebook, ¿entiendes la diferencia ? Sí me responde, pero vende el “Somos Uno”.

Y ahí está el punto interesante del que quiero colgarme para esta reflexión.

¿Estamos o no estamos? ¿Somos o no somos?¿ De verdad “Somos Uno” y lo hacemos carne, o todavía es una bonita frase?

-¿Qué diferencia hay entre un mendigo que va y pide pan a su puerta y yo?, insiste mi amigo. Ninguna diferencia, claro, sólo que quizás ella no lo ve, le insisto.

Las personas que viven en el mundo de la colaboración se notan, -así tengan que moverse en la Matrix todavía-, pero las que viven en el mundo de la competencia se notan más.

Quienes necesitan competir, ponen su valoración en el afuera. Y sólo compiten los miedosos. La Matrix les dice “si no compites te mueres”, y ellos van, y le creen. Y no los culpo, ni los recrimino, sólo lo muestro.

Quienes colaboran, en cambio, no tienen miedo, pues saben quiénes son y cuánto valen, dado que se referencian desde la esencia, dígale lo que les diga la Matrix. No necesitan competir, simplemente porque vibran más alto.