• Mónica de Simone, ex guía de Alma
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“Te veís tan power y resuelta en la internet, nadie ve tu fragilidad”, me dice una de esas amigas del alma de toda la vida ¿Y por qué alguien habría de verla aquí?- le respondo. ¿Acaso uno muestra su lado vulnerable, así, a boca de jarro, a cualquiera? Claro que no, esa intimidad se guarda para los amigos de verdad, para el círculo de hierro, para los que entran a tu casa, comparten tu mesa y son invitados a asomarse a tu templo interior.

Hoy somos muchos quienes estamos en el mundo virtual, -tan real a ratos- de las redes sociales. Y todos los que participamos de la red, somos un poco exhibicionistas y un poco voyeristas. Seamos francos, nos gusta mirar y que nos miren. Entonces nos construimos una identidad, algunos más honestamente que otros.

Así, el “amigo” de Facebook o el “seguidor” de Twitter sólo conoce la existencia que nos hemos creado. Ve la personalidad, la máscara, es decir, cómo salimos y nos presentamos al mundo. Pero si pretende “conocernos” por lo que posteamos, se olvida de lo esencial, de la esencia -permítaseme la redundancia-, que es donde habita nuestro ser último, y junto a él, nuestra jntimidad, nuestra vulnerabilidad, nuestra sagrada quietud.

Por eso, no nos desnudamos frente a cualquiera, en cuerpo, menos en alma.

En las redes no son bienvenidas ni las nostalgias, ni las tristezas, ni los fracasos…”los trapitos sucios se lavan en casa” y todos acatamos, como si eso no fuera parte de la vida.

Entonces, ojo con el vacío de creer que el mundo virtual es el real, y con caernos al estanque, como Narciso.