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Una oportunidad para el Papa Francisco, ojalá nos sorprenda

Me gusta que Francisco sea jesuita y que haya escogido como inspiración a Francisco de Asís. Por supuesto, esto está lejos de ser suficiente, pero al menos es un poco de aire fresco, una flor blanca como una promesa, una esperanza.

“Me conmueve saber que eligió ese nombre para su papado”, dijo el Dalai Lama al felicitar al cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio por su elección como Pontífice. “Le hago llegar mis saludos y sentimiento de alegría por su histórica elección como Papa”.

No me gustan las dictaduras, ni de derechas ni de izquierdas. No me gustan los fanatismos, ni los religiosos ni los ateos. Me identifico con los espíritus libres que buscan y tienen sed de verdad.

No me canso de repetir que a Dios no hay que buscarlo donde hace rato no está.

Papa Francisco

Foto: Reuters

No me gusta la iglesia católica apostólica y romana, dura y monolítica, pero sí la iglesia de la experiencia del Dios Vivo. La iglesia que hacemos las pequeñas comunidades, emulando a la de los primeros cristianos, en la que se honraba al individuo como recipiente sagrado e instrumento del Espíritu Santo. Hace más o menos doce años (ya perdí la cuenta) tengo la fortuna de vivir y hacer crecer mi espiritualidad en una comunidad cristiana, y no por eso he guardado silencio cuando he creído necesario gritar.

Me ha impresionado estos días cómo en las redes sociales se ha acusado a Jorge Bergoglio de colaborar con las fuerzas armadas argentinas, entregando supuestamente a la dictadura militar a dos sacerdotes jesuitas, sin confirmar si la información era cierta. El Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel lo desmintió cuando dijo a la BBC que “hubo obispos que fueron cómplices de la dictadura, pero Bergoglio no “·

Si me preguntan  –y me apuran– yo le daría una oportunidad a Francisco I, hijo de inmigrantes italianos igual que mis padres, quienes nacieron y crecieron en Argentina, luego de que mis abuelos desembarcaron un día en el puerto de Buenos Aires.

Me cae bien Bergoglio. Me gusta que sea jesuita y que haya escogido como inspiración a Francisco de Asís. Por supuesto, esto está lejos de ser suficiente, pero al menos es un poco de aire fresco, una flor blanca como una promesa, una esperanza.

En el libro publicado por Vergara Editores, El Jesuita, el nuevo Papa reflexiona así:

“El origen de la palabra nostalgia -del griego nostos – hogar; algia- dolor – tiene que ver con las ansias por volver al lugar; de esto habla la Odisea. Esa es una dimensión humana. Lo que hace Homero a través de la historia de Ulises es marcar el camino de regreso al seno de la tierra; al seno materno de la tierra que nos dio la luz. Considero que hemos perdido la nostalgia como dimensión antropológica”.

Ojalá que la nostalgia por nuestra esencia divina, el dolor de hogar, la vuelta a  casa, el retorno a Dios que es Padre y Madre, que es puro Amor, se concrete con el re-ligare de cada uno, con la conciencia de ir haciendo sagrado lo cotidiano día a día, entendiendo que  somos todos, con nuestros particulares caminos espirituales más que con nuestras religiones , quienes construimos la Nueva Tierra.

Y mientras lo ensayamos, mientras nos hacemos cargo, yo le daría una oportunidad a Francisco, para que ojalá, como dijo una querida amiga, nos sorprenda siendo un verdadero soldado de Cristo. Que así sea.

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