Autoayuda: La quinta forma de orar
- Patricio Valenzuela, Equipo de Autoayuda
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“El mundo en esencia, es nada más y nada menos que reflejos de nuestras emociones y pensamientos, de nuestras creencias y oraciones”.
Con esta frase, Gregg Braden, al que muchos llaman un científico “New Age” nos señala que el mundo que vamos a experimentar es, en esencia, el mundo en que internamente creemos. Es decir, está determinado por factores como las creencias personales y sociales, las experiencias pasadas, los mandatos, las obligaciones, las programaciones y, sin duda, la forma en que nos vinculamos con la espiritualidad. Es en este punto que me seduce la clasificación que este científico alternativo realiza de las formas que tenemos los seres humanos de orar para establecer ese contacto.
El mismo autor señala que Occidente conoce cuatro formas de orar que emplea regularmente:
- Oración Coloquial o Informal: es esa forma en que se le pide a la Divinidad un “favor” inmediato, casi “express” durante nuestra travesía diaria. Un ejemplo sería, “por favor Dios, que me alcance la bencina para llegar hasta la estación de servicio”.
- Oración Peticionaria: es aquella oración en que se realiza un pedido muy específico a la Divinidad (cualquier idea que de ella se tenga). Es una oración basada en la lógica, solicitando intervención, pidiendo a partir de una carencia, de algo que no está presente en ese instante y buscando fuera de uno mismo. Se diferencia de la primera en que esta se realiza como un acto más consciente, más elaborado y de más largo plazo.
- Oración Ritualista: consiste en un tipo de oración plagada de alabanzas, de ritos, de formas, repetición de mantras u oraciones previamente establecidas y seguidas como un patrón reiterado un número determinado de veces. Ejemplo de esto puede ser rezar el rosario o cantar 108 veces el bello mantra Gayatri.
- Oración Meditativa: es una oración sin palabras, en la que nos volvemos conscientes del aquí y ahora, del momento presente y del silencio que nos inunda. Es un estado profundo del ser en el que se pueden experimentar visiones y conexión directa con un estado de paz, armonía, quietud y de comunión con el Todo.
Orar como co-creadores
Sumada a las anteriores, existe una quinta forma de orar. Se trata de un modelo perdido, que la ciencia cuántica sugiere que tiene el poder de sanar nuestros cuerpos, traer paz duradera a nuestro mundo y, quizá, prevenir las grandes tragedias que podría enfrentar la humanidad. Cada vez que empleamos esta técnica interna para orar, experimentamos una oración basada en el sentimiento. En ese sentimiento le hablamos a las fuerzas de la creación, permitiéndole a ese campo holográfico que nos envuelve, a la mente de Dios, respondernos en relación al sentimiento de nuestros corazones. Eso implica que si sentimos paz en nuestro mundo, sentimos salud en nuestras vidas o en la de nuestros seres amados, estamos dándole poder a ese sentimiento para que nos responda como si fuera un espejo de nuestro interior. Nos transformamos en co-creadores de la realidad y no en víctimas de las circunstancias.
Convertirse en la plegaria
Habría que aclarar que el pensamiento es el que enfoca o da dirección a las emociones, por lo que al conectar el poder de la emoción (asociada a los tres primeros chakras inferiores) con la dirección del pensamiento (asociado a los chakras superiores), se crea un sentimiento. Por lo tanto un sentimiento, por definición, es la unión entre la emoción y el pensamiento. Así, este sentimiento en el corazón de cada uno es el lenguaje que le habla al campo holográfico en el que estamos insertos para así manifestar las infinitas posibilidades de creación de que disponemos.
En palabras de las tradiciones antiguas, como las de los esenios, se nos recuerda que cada oración ya ha sido contestada. “Cualquier resultado que podamos imaginar, y cada posibilidad que seamos capaces de concebir, es un aspecto de la creación que ya ha sido creado y existe en el presente como un estado “dormido” de posibilidad” (El Efecto Isaías de Gregg Braden).
El holograma nos dice que no se deben enviar plegarias a ningún lado. Basta con sentir el sentimiento dentro de nosotros, así ya existe en todos lados porque somos parte de ese Todo. En cada momento de nuestras vidas estamos sintiendo. Por virtud de ese estado nos comunicamos con el mundo que nos envuelve. Así que en lugar de concebir a la plegaria como algo que realizamos de vez en cuando, con la intención de cambiar nuestro entorno por un instante, se puede redefinir la oración como la forma en la que sentimos en nuestras vidas. De esta manera, como en todo momento expresamos sentimientos, nuestra vida se transforma en una plegaria.
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