• Jaime ceresa, ex Guía de Lucha Libre
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Sin lugar a dudas el 2020 ha sido el renacer de Randy Orton.

El veterano luchador a lucido mejor que nunca en su carrera, destrozando a leyendas del ring como Edge, Christian y el Big Show, tal como mostrando de forma sistemática una implacabilidad que lo han hecho ser lo mejor en términos televisivos en lo que va del año en la marca Raw.

Por su parte, este año también ha sido el año de consagración del escocés Drew McIntyre, mostrando en época de pandemia, los pergaminos que lo llevaron hace más de una década a ser el elegido del dueño de la WWE, Vince McMahon.

Esta lucha no trata de nada personal, sólo de dos luchadores que por esfuerzo y talento llevaron una trayectoria que estaba destinada a chocar, y donde a partir de esto se debe desarrollar una historia que nos haga invertir en la lucha que veremos este 23 de agosto, en el segundo evento más importante de la WWE.

La lógica hasta acá es muy sencilla, en el capítulo del 27 de julio del programa Raw, Orton desafió al título al campeón vigente, simplemente porque se lo merece, y el escocés aceptó sin más ya que necesita un rival de altura con quien medirse. Narrativa 1.0 como dicen. Básica, efectiva y eficiente.

¿Qué viene ahora? Más allá de una historia que no debería tener un desarrollo muy profundo, la gran pregunta es saber quién sale del evento como campeón. Ambos se lo merecen con creces, ambos están en un gran momento, y ambos tienen muchas cosas por hacer con y sin el título de la WWE.

Sólo queda esperar hasta el 23 para ver el desenlace de esta lucha, que ya en el papel aparece como la más compleja para McIntyre desde que ganó el título en Wrestlemania.