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Los desafíos de Prajoux para la capitanía en 2012

El ex jugador de Copa Davis fue elegido para ser el capitán de Chile en un momento complicado, donde se deberá enfrentar por primera vez desde 2008 la Zona Americana.

Una etapa de seis años terminó en 2011 Hans Gildemeister como capitán de Copa Davis, en una era marcada por los buenos resultados, con dos cuartos de final incluidos en el Grupo Mundial.

Así en 2012 será el turno de Belus Prajoux de tomar las riendas del elenco nacional. Los antecedentes del nuevo jefe del equipo chileno como tenista profesional están relacionados con el propio Gildemeister, con quien jugó la final de Roland Garros en 1982, además de conseguir seis títulos profesionales en la especialidad de duplas.

El momento es difícil para Prajoux. Los rumores abundan sobre el posible retiro durante el año de Fernando González, y aunque Nicolás Massú aseguró que jugará toda esta temporada antes de tomar una decisión sobre su futuro, su falta de resultados hace muchos años refleja que no es una carta segura para ganar puntos como hace algunas temporadas, ni si quiera con su tradición copera.

Belus Prajoux

Foto: Alejandro Carballal

Prajoux tendrá el desafío de preparar el equipo que representará al país en los próximos años.

Lo fundamental será comenzar a preparar lo que será el verdadero soporte del equipo en los próximos años. Cabe recordar que Chile deberá jugar en el Grupo I de la Zona Americana, por primera vez desde 2008, ante el ganador de Perú y Uruguay, y luego el vencedor de esa serie tendrá una chance de subir al Grupo Mundial en el repechaje.

Lo esencial es preparar el equipo que representará al país en los próximos años. Hay que asumir la realidad de que casi con total seguridad González y Massú están en su último año, por lo que tomará la posta como líder Paul Capdeville, junto a Guillermo Rivera, Jorge Aguilar, Cristóbal Saavedra y Hans Podlipnik.

EL APOYO DE LAS GRANDES FIGURAS

Será clave el que tomen responsabilidades lo antes posible; esto por cierto depende casi exclusivamente de ellos en sus carreras, pero este año deben tener una participación más activa en la escuadra, y Prajoux deberá ser inflexible en cuanto a privilegiar la presencia de uno de estos valores por sobre González o Massú en caso de que sus resultados y condiciones físicas no sean las adecuadas. La necesidad de conseguir resultados ya pasó y es hora de poner la mente en estabilizar un equipo que no pase zozobras por demasiado tiempo.

Es una interrogante el tiempo que estará Prajoux sentado en la banca chilena, pero sí queda de manifiesto que representa una continuidad de Gildemeister, pero en su caso se encargará de la transición del elenco nacional, y en este sentido el aporte de González y Massú seguirá siendo primordial, pero desde otra óptica.

Es sabido que en modelos exitosos como el de España el reflejo y el apoyo de las grandes estrellas ha sido un pilar en el desarrollo de las figuras en cada generación, y así Chile debe aprovechar todo el conocimiento de sus héroes olímpicos. De hecho no se debe descartar que alguno de los dos – especialmente Massú – pueda asumir el cargo después de Prajoux en un corto o mediano plazo, por lo que esta etapa también les será útil para aprender los secretos de la capitanía sin tener que dar el salto de un día para otro.

¿Y Gildemeister? Aunque no sea capitán, sigue siendo una figura fundamental en la Federación de Tenis. Así su capacidad de gestión es considerado relevante entre la dirigencia para conseguir auspicios y dineros necesarios para apoyar el desarrollo del tenis en menores y la realización de más eventos, entre otras materias. De hecho es una labor que ya realiza como parte de sus obligaciones y seguirá ligado en esa materia gracias a sus contactos, conocimientos y poder de atracción por su figura.

El panorama tenístico en lo que se refiere estrictamente a resultados no es nada de alentador, pero lo relevante es que exista un plan de desarrollo que ya no sólo se base en resultados inmediatos como fue este proceso sino se piense a futuro, potenciando las figuras dentro y fuera de la cancha, para que este momento sea efectivamente una transición a algo mejor y no una época oscura como a principios de los ’90.

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