Tinto o blanco, incluso puede ser rosado. Los vinos están encasillados en estos tres colores y unas cuantas variaciones, pero ahora han entrado fuertemente al mercado de bebidas que contienen tonalidades realmente distintas a las antes nombradas y quieren también ser conocidas en el mundo de los vinos.

Para dejar claro algo, el vino es definido según la Real Academia Española (RAE) como:

-       Bebida alcohólica que se hace del zumo de las uvas exprimido y cocido naturalmente por la fermentación.

-       Zumo de otras plantas o frutos que se cuece y fermenta al modo del de las uvas.

Debido a lo anterior, en el mercado español ingresó hace un tiempo una bebida que se hace llamar el “antivino”, el cual contiene un potente color azul.

Gïk es una brebaje alcohólico al que la Justicia de ese país le ordenó dejar de hacerse llamar como “vino”, puesto a que se obtiene de la combinación de la piel de uva y una planta. Sin embargo, al no poseer el tintaje rojizo, se determinó que no podía llevar esa nomenclatura.

Creado en 2015 y comercializado dos años después, Gïk toma su color de idea del libro “La estrategia del océano azul” -de W. Chan Kim- quien define que existen dos océanos o mercados: uno rojo y violento y uno azul y libre para todos.

Así, según explica el CEO de Gïk, Aritz López, “hacemos una primera mezcla de variedades y utilizamos dos pigmentos: uno procedente de la piel de la uva tinta [antocianina] y otro procedente de una planta [indigotina]. Así lo hacemos azul”.

Pero no solo está el azul en los vinos, sino que también el naranjo, comandado por Tarongino, quienes crearon una bebida a base de naranjas valencianas.