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Cambios en 2012: No temer, sino recibirlos para ser mejores

Cambiar significa alterar los patrones de lo que sabemos que funciona. Aunque nos incomode, es estimulante, desafiante y nos hace ser definitivamente mejores.

¿Cómo quieres que la vida sea diferente si siempre haces lo mismo?

En una época tan cambiante como la actual, nos enfrentamos a la amenaza del cambio permanente: de trabajo, condiciones de vida, salud, educación, pareja, hijos, etc. de todos los factores que son importantes para el ser humano.

A menudo los cambios son vistos con miedo y ansiedad. Nos rodea la incertidumbre acerca del futuro, por lo que nuestro cuerpo reacciona como frente a una amenaza: secretando cortisol, la hormona del stress y adrenalina, para enfrentarnos al peligro.

Cambios

Imagen: Aetos

Cambiar significa alterar los patrones de lo que sabemos que funciona.

Y es por eso que nos resistimos. Cambiar significa alterar los patrones de lo que sabemos que funciona. Puede que no ande tan bien, pero es lo que conocemos y muchas veces preferimos eso a exponernos a algo que pueda ser peor… Lo interesante es que se nos olvida que lo que viene puede ser mucho mejor. Nos cerramos a experiencias que pueden ser más positivas y más enriquecedoras sólo por el temor a vernos expuestos. ¿Cuántas veces decimos que no a una invitación por el solo hecho de que altera nuestra comodidad? Pero la comodidad mata. Nos hace perezosos. No sólo de cuerpo sino también de cerebro. Una mente que se acostumbra a las rutinas y al “piloto automático”, se queda funcionando sólo en el nivel de sobrevivencia y bienestar.

Una inyección de creatividad

¿Y qué pasa con la inagotable fuente creativa de los seres humanos? Sólo sale a la luz cuando nos exponemos a situaciones distintas, que nos provocan preguntas o nos plantean problemas. De ahí que estemos sujetos a un doble discurso, en que nuestro espíritu de sobrevivencia nos dice que nos atengamos a lo conocido, a los caminos que ya hemos recorrido, mientras otra voz dentro del corazón nos indica que busquemos algo más, que nos permita realizarnos, conocer desde la experiencia y enriquecernos como seres humanos (también en lo material, ¿por qué no?).

Si insistimos en continuar con los patrones conocidos, puede ser que nuestro propio ser interno nos provoque los remezones y cambios, para obligarnos a enfrentar situaciones nuevas. Son los eventos de destino, que nos fuerzan a ver la vida, a veces sin la pareja que siempre nos apoyó, o a construir un proyecto más allá de los hijos que siempre estuvieron bajo nuestra responsabilidad, una enfermedad, un suceso, un viaje, en fin, existen miles de posibilidades.

¿Cómo estimular el cambio desde adentro, antes de que se manifieste afuera y a la fuerza? Se puede ayudar al cerebro a hacer nuevos “mapas”: cambia la ruta por la que habitualmente te desplazas de la casa al trabajo o a tu lugar de estudio; usa tu mano izquierda para tareas en que habitualmente usas la diestra (o viceversa); aprende a caminar con los ojos cerrados (en lugares seguros obviamente); visita lugares desconocidos; aprende un nuevo idioma o a tocar un instrumento musical.

Pero la actitud más importante, es no resistirse al cambio. Cuando éste ocurra, darle la bienvenida a una oportunidad de crecer, de aprender algo nuevo sobre nosotros mismos, sobre nuestra fortaleza, voluntad y capacidad de vencer los desafíos. Es la ruta hacia la maestría y la alegría de estar vivos.

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