• Humberto Almonacid, ex guía de Crecimiento Personal
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Hola queridos amigos, nos volvemos a encontrar para revisar esta entrada donde hablaremos sobre la asertividad. Considero que actualmente muchas personas tienen temor de plantear su punto de vista, ya que pueden ser tildadas de poco tolerantes o agresivas. Aquí debemos recordar que los juicios habitan en el observador, por eso, mientras más asertiva sea tu comunicación, podrás alcanzar una mejor relación con quienes te rodean.

La asertividad se puede definir como: La capacidad para expresar nuestros deseos de una manera amable, franca, abierta, directa y adecuada, logrando decir lo que queremos sin atentar contra los demás. Negociando con ellos su cumplimiento.

Como ya es costumbre, abordaré el tema por medio de una historia, espero que te guste y sirva para darte cuenta que tan asertivo estás siendo en tus relaciones cotidianas.

“Cuenta la leyenda que en una lejana comarca del Japón, existió un “Daimio” o Señor feudal, famoso por su destreza en el arte de la flecha.

Su fama había perdurado por muchos años, ya que acostumbraba a decapitar a quienes perdían con él en competencia y por eso nadie se atrevía a retarlo.

Un día, un Samurai de la comarca de Bushido, llamado Takeshi, curioso por la fama que había alcanzado, decidió emprender viaje para conocerlo y aprender más sobre su técnica.

Al llegar a la comarca de Satsuma, lugar de residencia del Daimio, fue inmediatamente recibido por la guardia personal de palacio, les contó que no venía en busca de combate ni competencia, solo quería entrevistarse con el Señor de la región para presentarle sus respetos.

Así fue recibido con una cena en su honor, ya que pocos Samurai se atrevían a poner siquiera un pie ese lugar por la reputación que tenía su Señor feudal.

Estando ya en el banquete, Takeshi le preguntó al Daimio acerca de la técnica que utilizaba para ser tan preciso con el arco y la flecha.

Este le contó sobre su inicio y entrenamiento en el arte del Kyujutsu desde pequeño y de cómo había participado de importantes batallas durante la “Guerra de Onin”.

Fue en esas circunstancias donde pulió su técnica y posteriormente fue ganando duelos y torneos de los Shogunatos, alcanzando una importante reputación en todo Japón, pero sin duda, esta reputación creció aún más, desde el momento que asumió el puesto de “Daimio” de la comarca de Satsuma, ya que fue ahí donde empezó a utilizar una nueva técnica.

Takeshi se mostró muy interesado en esa nueva técnica, así que le pidió que le contará más acerca de ella.

El Daimio le dijo; después de tantos años de medir mis habilidades con otros en largas competencias, me aburrí y decidí que las cosas serían distintas ahora que era el Señor de la comarca, mira; mejor te mostraré como lo hago.

Tomó un arco y una flecha, tensó la lienza apuntando a cualquier lado y disparó sin mirar.

La flecha fue a dar en una pared a unos 70 metros de donde estaban sentados, inmediatamente aparecieron unos súbditos con pinceles y pintura en mano, comenzando a pintar un blanco alrededor de la flecha.

El Señor feudal entonces dijo;  yo apunto y disparo hacia cualquier lugar, luego de eso, mis súbditos se encargan de buscar la flecha y pintar un blanco alrededor. Si alguien cuestiona o pone en duda mi puntería, entonces le mando a cortar la cabeza”.

Lo que acabo de relatar es algo parecido a lo que sucede en algunas organizaciones donde existe un estilo de liderazgo muy autoritario.

Las personas se abstienen de plantear su punto de vista frente a su jefe por miedo a que les corten la cabeza, metafóricamente hablando, comienzan a actuar de forma pasiva y se dedican solo a reforzar, adular y celebrar estas instrucciones, ocasionando en algunos casos importantes pérdidas por malas decisiones, a pesar de que todos sabían que no era correcto hacerlo de esa forma.

Prevalece la política del terror, donde es mal visto cuestionar las decisiones de los rangos más altos y proponer nuevas ideas, si alguien insiste en dar soluciones diferentes, es apartado o despedido, reforzando el temor de los demás.

Todo queda resumido a elogiar y celebrar las grandes ideas del jefe, actuando igual que los súbditos del Daimio, entrando en una dinámica de pintar blancos alrededor de flechas disparadas al azar.

Yo apunto y disparo hacia cualquier lugar, luego de eso, mis súbditos se encargan de buscar la flecha y pintar un blanco alrededor. Si alguien cuestiona o pone en duda mi puntería, entonces le mando a cortar la cabeza.

Es aquí donde la asertividad se convierte en una poderosa herramienta para que puedas relacionarte de forma efectiva con tus jefaturas y con tus pares, ya que al usarla, tendrás la capacidad de elegir la mejor forma de plantear aquellos puntos de vista que son opuestos, sin ofender, ni atentar contra la individualidad de la otra persona, pudiendo generar desde ahí nuevas posibilidades de acción, algo que llamaremos la tercera alternativa.

Ahora viene la gran pregunta, puede que en estos momentos seas jefe o subordinado, por eso te invito a responder lo siguiente: ¿Estás disparando flechas al azar o pintando blancos alrededor?