• Lucía Alegrete, ex guía de España
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Si hubo una palabra que definió ayer las elecciones presidenciales fue sorpresa. Nadie pensaba en el triunfo exultante que obtendría el Partido Socialista (123) y el hundimiento histórico de la gran fuerza de oposición, el Partido Popular (PP) con 66 escaños.

Los socialistas fueron los grandes vencedores de la noche.

Otro de los hechos relevantes fue la irrupción de Vox- la gran incertidumbre de las elecciones- con 24 escaños, unos 2,6 millones de votos. Aunque, bien es cierto que no cumplieron las expectativas, a pesar de que ambas cosas las pronosticaran las principales encuestas nacionales.

También destacable fue el auge de los nacionalismos, como los 4 escaños de la formación vasca Bildu, cuyo líder Otegi ha sido encarcelado hasta en cinco ocasiones; la última por tratar de reconstruir la ilegalizada Batasuna, el partido independentista vasco.

También crecieron los nacionalismos catalanes, ocasionando ya los primeros problemas. Y es que el número dos de ERC, el partido más votado en Cataluña, ha afirmado que la victoria de su formación “obliga” al PSOE a volver a una mesa de negociación para discutir la celebración de un “referéndum de autodeterminación”.

Opciones de Gobierno

La primera opción, defendida por Carmen Calvo- la número dos del partido-, es continuar gobernando en minoría con sus 123 escaños. El problema de esto es que debería negociar los apoyos a cada iniciativa en el Parlamento.

Los independentistas catalanes, pieza clave en el próximo gobierno.

Si decide unirse a la izquierda más radical de Podemos (42 escaños) y otras formaciones no lograría obtener la mayoría necesaria para gobernar. De momento la opción de pactar con los independentistas catalanes parece descartada.

Se ha barajado también la posibilidad de pactar con el partido liberal Ciudadanos (57), con el que formaría mayoría simple, pero la formación naranja mostró un fuerte rechazo a Sánchez durante la campaña y ya han afirmado que “no habrá negociación ni para el Gobierno ni para la investidura”.

Por lo tanto, si se descarta definitivamente la negociación con Ciudadanos, Sánchez necesitará del apoyo o abstención de algún partido independentista. Recordemos que en el año 2016 sucedió algo parecido cuando Rajoy perdió las votaciones para la investidura y el país estuvo 10 meses sin Gobierno.