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Negocios inclusivos: La RSE que trae buenos dividendos

Si bien para algunos esto representa una clara oportunidad de mercado, otros actores ven esta realidad como una oportunidad para co-crear soluciones.

Ejemplos de negocios inclusivos realmente exitosos no abundan. Aunque nos hacen falta un par de años de práctica para hablar con autoridad de que efectivamente las empresas tienen ante sus ojos un mercado de personas de bajos ingresos que es rentable, igual tenemos casos que vale la pena analizar.

Se me viene a la mente Tetra Pak, para quienes las personas de escasos recursos son una fuente de valor. Hoy están desarrollando productos de bajo costo, asequibles, pero con un alto contenido nutricional, que permitan mejorar la calidad de vida de estas personas. Un informe elaborado por ellos identificó a 2.700 millones de personas “base de pirámide” como potenciales consumidores. La cifra representa cerca del 40% de la población mundial y abre un nuevo polo de crecimiento para el sector lácteo.

También destaco a Amanco, empresa guatemalteca especializada en sistemas de tuberías, conexiones y accesorios plásticos. Esta desarrolló un sistema de riego por goteo especial para las necesidades de pequeños agricultores, lo cual les permitió regar mayor superficie con la misma cantidad de agua. ¿Cuál es el valor compartido? La creación de un buen negocio para la empresa (mayores ingresos) y mayor productividad para los pequeños agricultores.

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En Chile también hay casos exitosos: Bajo el programa “Conectados con mi País”, Microsoft, Movistar y Un Techo para Chile desarrollaron un netbook de bajo costo con conexión a internet para las familias de barrios sociales.

Actualmente, las familias gastan un promedio de 45USD mensuales para acceder a internet (muchas veces en los cibercafés), y este proyecto pretende bajar los costos (a USD20) y abrir un mercado no atendido.

Los más vulnerables

¿Por qué nos importa generar negocios que beneficien a las personas más vulnerables? La producción mundial ha experimentado un constante crecimiento y la tecnología ha avanzado a pasos agigantados. Sin embargo, la desigualdad en la distribución de los ingresos sigue siendo un tema preocupante. En vez disminuir gracias a este desarrollo, aumenta con más agresividad.

Esto se ve reflejado en la llamada “Base de la Pirámide”, concepto que segmenta a la humanidad en una pirámide socioeconómica, donde los con mejor condición están en la cima y los con peor condición en la base. La realidad es que el grueso de la población se encuentra en la base. En el mundo cuatro mil millones de personas que viven con menos de US$ 2 diarios y en Chile alrededor de 6, 8 millones de personas se encuentran en esta situación.

Hace un par de años un economista hindú, C.K Prahalad, publicó un libro titulado La riqueza en la base de la pirámide, donde explicó que las personas de más escasos recursos son un mercado donde las empresas, si se involucran, pueden ayudar a disminuir la brecha social. Para lograrlo, se requiere un sistema que ponga a este grupo de personas como protagonista de su desarrollo. No se trata de trabajar para ellos, es trabajar CON ellos, reconocerlos como fuente de valor.

Involucrarse con estos grupos vulnerables no significa  caridad, ni tampoco asistencialismo, existe una gran oportunidad de incorporarlos a la cadena de valor con innovación. Si bien para algunos esto representa una clara oportunidad de mercado, otros actores ven esta realidad como una oportunidad para co-crear soluciones, en colaboración con el Estado, personas vulnerables, ONG, donde cada uno a partir de la necesidad, desarrolla la oportunidad. Sin importar cuál sea la modalidad, lo importante es el resultado.

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