RSE: De la Mano Invisible a la Mano Transparente
- Javier Zulueta, ex Guía de RSE
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Si bien sabemos que el capitalismo es el mejor modelo económico que haya existido, o el menos malo, dependiendo del estado de ánimo del lector, también sabemos que por sí solo no basta.
Adam Smith creó el concepto de la mano invisible. Aquella que, motivada por el interés individual, era capaz de llevar a la sociedad a sus mayores niveles de desarrollo. Inspirado en ello, sus seguidores contemporáneos, como el economista de la Escuela de Chicago Milton Friedman, defienden que la única responsabilidad de una empresa es generar utilidades. Sin embargo, las marchas estudiantiles, los escándalos financieros y la enorme desigualdad que existe en nuestro país, son pruebas fehacientes de que algo tiene que cambiar en el sistema.
La teoría de la mano invisible funcionaría en una economía perfecta donde no existieran asimetrías de información y donde se dieran situaciones de competencia perfecta. Pero sabemos que eso no es así. El uso de información privilegiada es un deporte nacional que generalmente queda impune y la competencia dista de ser ideal, toda vez que vemos situaciones de colusión (farmacias), corrupción y conflictos de intereses.
¿Y qué pasaría si el móvil del comportamiento de las personas no fuera el egoísmo, sino que lo fuera el bien común? Y ojo que no estoy atacando la propiedad privada, sino que promoviendo la búsqueda de soluciones óptimas para la mayor parte de la población. Immanuel Kant nos legó la ética de los principios, aquella que debe asegurar los mínimos que se deben respetar para todas las personas… es en esa filosofía que se fundamenta la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Es aquí que planteo que la Responsabilidad Social es la cuña que puede hacer transitar al capitalismo desde esta mirada de la mano invisible, impulsada por el egoísmo, hacia una mirada de la mano transparente, inspirada por la reciprocidad. Me explico.
La Mano Transparente se debe basar, más que en hacer lo que se quiera a pesar del otro, en hacer lo que se deba queriendo al otro. Una mano transparente que no tenga reparos en mostrar abiertamente los errores propios en la medida que se compromete a remediarlos, una mano transparente que busca el desarrollo tanto individual como el de todos sus grupos de interés de una persona u organización; una mano transparente basada en valores, valores compartidos, valor compartido, y no sólo en la generación del valor individual.
Esa mano transparente se basa en la responsabilidad social y nos hará avanzar desde el desarrollo interrumpido (visible en todas partes) hacia el desarrollo sostenible (invisible todavía).
Y si sabemos que hoy en día el egoísmo se conoce (redes sociales) y se castiga con huelgas, marchas, multas, regulaciones, boicots de clientes y mala reputación. Y que por el otro lado, la transparencia y e integridad son premiados con un mejor posicionamiento, mayores ventas, satisfacción de clientes y de grupos de interés y, en definitiva, con crecimiento y desarrollo sostenible… ¿Por qué no dar el paso?
Avancemos del “laissez faire” al “let’s be fair”, porque si no lo hacemos, puede que se nos haga demasiado tarde.
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