“Soy hombre y, aún así, no tengo ganas”: El deseo sexual hipoactivo masculino
- Camila Rodríguez, ex guía de Psicología y Tendencias
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El trastorno del deseo sexual hipoactivo en el varón es una realidad y bastante común. En el hombre, la frecuencia es mayor que en la mujer, muy por el contrario de lo que se piensa. Está presente en el 70 % de los hombres mayores de 50 años, cifra que sigue aumentando a medida que aumenta la edad.
En términos generales, se define como la ausencia permanente y persistente de fantasías eróticas y motivaciones para acceder a las relaciones sexuales; esto en varones. En otras palabras, es el bajo nivel de interés sexual, en el cual el hombre no comenzará ni responderá al deseo de actividad sexual en la pareja.
Como otros trastorno de salud mental, está tipificado como tal en el Manual Diagnóstico, DSM-V, de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA). Según este manual, para constituirse este diagnóstico deben cumplirse los siguientes criterios:
- Reducción o ausencia (constante o recurrente) de fantasías o pensamientos sexuales o eróticos y deseo de actividad sexual.
- Lo anterior, debe haber persistido por al menos unos 6 meses.
- Además, esto debe provocar un malestar clínicamente significativo en el individuo.
Más aún, dicho diagnóstico puede tener distintas especificaciones. En relación a las condiciones en que ocurre: a) “De por vida” (desde que el individuo alcanzó la madurez sexual); b) “Adquirido” (empezó tras un período de actividad sexual normal); c) “Generalizado” (no discrimina situaciones o parejas); d) “Situacional” (sólo ante determinados estímulos, situaciones o parejas). También puede especificarse su gravedad: Leve, moderado o grave.
Su causa más común se relaciona con la edad; ya que se observa una mayor incidencia de este tipo de patología en varones mayores de 40 años.
Sin embargo, también es posible observar causas más graves de tipo orgánicas (alteraciones hormonales –princialmente en la testosterona-, enfermedades crónicas que conlleven cierta fatiga, etc.) y psicológicas (conflictos de pareja, educación sexual estricta o como consecuencia de una alteraciones del estado de ánimo, entre otras). También es común que afecten factores como el insomnio o la falta de sueño.
Su tratamiento, aunque difícil, suele ser efectivo. Eliminando la posibilidad de organicidad; es posible abordarlo mediante psicoterapia. Por ejemplo, potenciando inductores del deseo, pensamientos positivos sobre la sexualidad y trabajando en mejorar la intimidad de la pareja.
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