El desafío de erradicar el prepotente “para”
- Javier Zulueta, ex Guía de RSE
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Se dice que la violencia nunca es buena, pero haré una excepción. Invito a que desterremos, de la manera que se tenga que hacer, la preposición “Para” de nuestros diccionarios.
A diario me encuentro con profesionales de las áreas de RSE, recursos humanos o asuntos corporativos, que no entienden por qué algunas de sus actividades fracasan rotundamente siendo que se trata de sinceros aportes para los públicos objetivos correspondientes.
Al punto que una empresa minera me decía que no comprendía cómo era posible que, después de haber construido un consultorio de salud para una comuna, los habitantes evaluaban la reputación de la empresa de peor manera que antes. Más enojados se ponían en la empresa cuando me explicaban que lo que la comunidad quería era que les pintaran las fachadas de sus casas.- “Pero – argumentaba un ejecutivo- no estábamos dispuestos a invertir en una cosa tan vana y de corto plazo, así que hicimos el consultorio”.
Te pregunto a ti lector, ¿qué habrá fallado aquí? Claramente el error fue el “Para”. La empresa desarrolló un gran proyecto que según su impresión era lo que la comunidad necesitaba y ésta, por su lado, interpretó que la empresa no había querido acceder a sus solicitudes ni escuchar sus opiniones.
Quizás es bueno hacerse otra pregunta antes: ¿Qué es lo que realmente necesitaba la empresa?… Necesitaba generar lazos de confianza con las comunidades, lazos que fueran capaces de mejorar su relación y su licencia social para operar. ¿Y qué logró?… generar mayor desconfianza de la que había.
¿Qué debió hacer la empresa? ¿Pintar las casas? Probablemente ni el consultorio ni la pintura eran la solución. Lo importante finalmente no era la inversión sino el proceso de diálogo y de generación de confianza que se podía crear en torno al desarrollo de una solución definitiva. La salvadora del problema es otra preposición: “Con”, dejando el “Para” bien guardado en el exilio.
Las comunidades y nuevas generaciones han cambiado su lógica de relaciones. Ya no están dispuestas a recibir regalos, imposiciones o limosnas (porque así son vistas muchas de las acciones que las empresas desarrollan). Lo que piden es participar en la toma de decisiones, ser escuchados y considerados, ser respetados en su dignidad.
Si nos damos cuenta, esto pasa en todas partes. En el gobierno con el tema de la educación donde los estudiantes quieren estar sentados en la mesa en que se tomen las decisiones; en las empresas, en su relación con los trabajadores, donde muchas veces tanto la administración como los sindicatos buscan fines similares pero no confían los unos en los otros para avanzar en una agenda conjunta; en la relación con las comunidades, con los proveedores, con las autoridades y así, suma y sigue.
¿Existe entonces algo más prepotente que el “Para”? Entonces, si estamos de acuerdo, los invito a su funeral, ya que es una palabra que genera conflictos, incomunicación y pobreza. Y citando a Neruda le digo:
“Yo con otros,
con otros, muchos otros,
te vamos expulsando
de la tierra a la luna
para que allí te quedes
fría y encarcelada
mirando con un ojo
el pan y los racimos
que cubrirá la tierra
de mañana”
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