Evaluación psicológica: Su controvertido rol en selección de personal
- Paulina Sallés, ex Guía de Psicología y Tendencias
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He hecho evaluaciones psicológicas para selección de personal por mucho tiempo y he estado también en el otro lado del escritorio unas cuantas veces. He sentido la responsabilidad de evaluar justa, eficiente y adecuadamente a las personas que postulan a ciertos cargos y me he visto expuesta también a la evaluación, a veces adecuada y, en ocasiones, arbitraria de otros profesionales. Por esta razón entiendo que la evaluación psicológica en selección de personal sea un tema controvertido, pues envuelve múltiples consideraciones éticas que, en la actualidad, al menos en nuestro país, no son aun suficientemente abordadas ni cuestionadas.
Entre las preguntas que probablemente muchas de las personas que leen este artículo se han hecho alguna vez, se encuentran: ¿Por qué las empresas y los psicólogos se sienten con el derecho a entrar en mi vida privada, en mi psiquis y en mis experiencias y yo no tengo acceso siquiera a saber a partir de qué criterios me están evaluando? ¿Cómo se explica que tengamos que someternos a evaluaciones para las cuales no nos podemos preparar? ¿Por qué se permite que ocurra esta situación en la que otro, que yo no sé si es válido en cuanto a su formación y calidad personal, evalúe si yo soy válido para un trabajo o no?
La cuestión es la siguiente; Si la evaluación psicológica es un requisito para ocupar un cargo, es porque como sociedad la hemos avalado. En este sentido es importante reflexionar en torno al hecho que, si bien, a muy pocas personas les gusta estar en el sillón del evaluado, si estas mismas tuviesen a cargo una empresa o se vieran en la situación de tener que escoger a otro para que ocupe un cargo de su confianza, claramente muchas de ellas querrían contar con una evaluación psicológica que permitiese escoger al candidato más idóneo, en términos profesionales, de competencias e incluso con ciertas cualidades o características de personalidad.
Puedo decir, como profesional, que efectivamente la entrevista por competencias, las evaluaciones grupales, los tests objetivos y proyectivos funcionan como filtros que, utilizados adecuadamente pueden darnos un perfil de algunas de las competencias o características que se quiere evaluar.
Y digo con toda sinceridad, que frente a un psicólogo experimentado, resulta difícil manipular la entrevista o los tests proyectivos. Al respecto cabe aclarar que, si bien ha comenzado a masificarse vía internet información acerca de tests como el Rorschach o el Zülliger, esta información suele ser errónea o incompleta, y los psicólogos también contamos con herramientas para darnos cuenta de cuándo esto está sucediendo y someter a prueba lo que se nos plantea. La evaluación psicológica en este contexto, se ha transformado en una especie de batalla del disimulo contra la desconfiada indagación, entre entrevistado y evaluador, condición que se contrapone, por ejemplo, a la relación de cercanía y cooperación que se establece entre dos personas en psicoterapia.
Como en todo orden de cosas, en este rubro existen psicólogos que cuentan con la formación, la experiencia y la ecuanimidad necesaria como para llevar a cabo esta tarea, intentando ser justos y respetuosos. Sin embargo, como en todas las actividades, también existen psicólogos que, al verse en este rol de evaluadores, se sienten investidos de poder, haciendo uso de éste de un modo bastante poco sensible al otro.
El evaluado suele sentirse ansioso y desarmado frente a las pruebas psicológicas y a la entrevista, ya que para la mayoría de las personas, éste es un escenario más bien desconocido o inestructurado, a pesar de haber pasado por el mismo filtro en varias oportunidades. El que es entrevistado y sometido a pruebas y tests, siente que tiene un mínimo control en el modo cómo transcurre la situación, sintiéndose a meced de la percepción del psicólogo, que es finalmente, quien hará un informe describiéndolo en función de su ajuste al cargo. El peligro está, en que a veces sin quererlo, el psicólogo se deja llevar por sus propios juicios y prejuicios.
Sin lugar a dudas, la evaluación psicológica en selección de personal, es una herramienta que, si bien suele ser bastante útil para las empresas, tiene grandes falencias y que, en ocasiones, cuando no es llevada a cabo de un modo adecuado, puede atentar contra la integridad de las personas. Por el momento, lamentablemente no existe un sistema mejor, que deje satisfechos a evaluadores y a evaluados.
Somos entonces los psicólogos, los llamados a trabajar de manera responsable y prudente, haciéndonos cargo en nuestros propios prejuicios y con consciencia de que, cuando evaluamos somos sólo un instrumento. No debemos perder nunca de vista que tenemos al frente a una persona que puede estar ansiosa, con expectativas, a veces asustada o en ocasiones asumiendo una actitud devaluadora o incluso prepotente, como he visto en algunos casos. Pero siempre debemos estar prestos a, como dice Humberto Maturana, “reconocer al otro como un legítimo otro en la interacción” y respetarlo en su condición.
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