Primer amor: ¿Qué efecto tiene en nuestra vida esa relación de la que todos nos acordamos?
- Camila Rodríguez, ex guía de Psicología y Tendencias
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El primer amor pareciera ser algo conocido por todos. No necesariamente tiene relación con el primer beso o con la primera persona que fue tu novio o novia. El primer amor se relacionaría más bien con la persona en quien confiaste por primera vez, aquella con la que descubriste sensaciones nuevas y a la que le entregaste tu corazón. Todo ello, suele ocurrir en la adolescencia.
¿Por qué? Pues porque es en esta etapa del ciclo vital en la que surge la heterosociabilidad: Cuando el sexo opuesto deja de ser discriminado y comienza a ser objeto de atracción. De ahí que, en la adolescencia, los jóvenes estén más abiertos que en la etapa infantil a buscar compañía, aprecio y aceptación del sexo opuesto.
Pero el primer amor no sería realmente el primero. Desde la Psicología es posible observar que proviene de la experiencia infantil con nuestra primera figura de afecto, nuestro cuidador principal, que suele ser nuestra madre. Con el tiempo, este “primer amor infantil” hacia la madre (apego) es el que se va desplazando a otras relaciones, con otras personas (que no necesariamente son relaciones románticas, pero sí afectivas). Es ello lo que finalmente nos permite el encuentro amoroso con otro.
Expertos en el área señalan que el primer amor en la etapa adolescente suele ser una buena experiencia, cuando se conjuga con respeto mutuo de los sentimientos y valores. Algunos estudios revelan que se produciría generalmente alrededor de los 15 años de edad y que en un 30% de los casos resulta ser platónico; mientras en un 70% de ellos, es correspondido. Sólo un 10% de las personas dicen no recordar su primer amor.
¿Y qué habría detrás de un primer amor? Existen antecedentes que señalan que los jóvenes buscan inconscientemente la imagen de sus padres en el sexo opuesto. Otros afirman que lo que buscan en el otro es justamente “aquella persona que les gustaría ser”. Sin embargo, mayoritariamente, el adolescente buscaría aumentar su autoestima, disfrutar de la compañía del otro y la seguridad que ello le brinda.
Finalmente, existen datos que afirman que esta experiencia nos “prepara” para el amor verdadero. ¿En qué medida? Porque en cierto sentido marca la vida sentimental futura, por la carga emocional y expectativas que se ponen en esta relación.
Si la experiencia es positiva, aprenderemos a relacionarnos en pareja a un nivel íntimo; lo cual implica aprender a ceder, a marcar límites, a compartir, a esperar y a conocer lo que queremos o no queremos de una relación. Si por el contrario, la experiencia es más bien negativa, es posible elaborar un buen duelo, rescatar lo positivo y aprender de ello para poder plantearse ante una nueva relación.
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