Un justo homenaje al parrillero chileno
- Felipe Araya, Equipo de Cocina
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No es raro para nuestra tradición que la mayoría de las celebraciones sean alrededor de la parrilla, pero es en septiembre cuando más lo hacemos, tanto los carnívoros como los no tanto. ¿El protagonista? El insigne parrillero chileno.
Es él quien debe responder a la pregunta clave: Por donde parto planeando el asado?
Lo primero es lo primero, que tipo de carne nos gusta comer? Pollo? Cerdo? Pavo? Vacuno? Interiores? etc.
Tan pronto tengamos claro qué tipo de carne es la que queremos comer, entonces empezaremos a pensar cuánto tiempo tenemos para cocinarlo y cuál es nuestro presupuesto, con esos datos decidiremos qué corte es el idóneo.
Ahora manos a la obra…
De aquí en adelante podemos decir que claramente cada “asador” o “parrillero” tiene sus propias maneras infalibles, secretos familiares, costumbres, tácticas, artimañas, manías, tozudeces, etc. En resumen, cada uno de nosotros siempre cree que sabe cómo es el asado perfecto, pero está archicomprobado que en la vida “sobre gustos no hay nada escrito”.
Lo que he podido recopilar en mi experiencia de asados y parrilladas lo voy a resumir de esta manera:
“… Si usted es el parrillero, cocine a su manera y si es usted el invitado, deje que el que el parrillero cocine a la suya…”
Ninguno de nosotros va a un asado con ganas de discutir porque en su mayoría un asado es un tiempo para compartir con la familia, amigos, compañeros, colegas y demases.
Como mencionaba anteriormente, la conversación alrededor de la parrilla debería centrarse en temas mas habituales (y luego podríamos hacer un ranking) como lo es el fútbol, farándula, el gobierno (da lo mismo cuál mientras estemos pelando), el jefe, sobrenombres de los asistentes, hablar de la cuota (y quienes no la pagaron), el “traguito” (según el tipo de público), las ensaladas, las brasas (que estará mas ampliado en otro de nuestros textos), los chistes, las tallas, si son solo hombres será de mujeres, y si son mujeres, será de ofertas y liquidaciones, etc.
Que quede muy claro que es una lata cuando uno es el cocinero y un montón de gente le dice cómo lo tiene que hacer, generalmente con un vaso en la mano mientras uno esta sudando la gota gorda para servirles.
Desde hoy será todo lo contrario, el parrillero chileno debería tener un día feriado en el año, una estatua en alguna plaza importante, estar en los libros de historia junto a O’Higgins o Prat, ser condecorado con alguna medalla, pues gracias a ese esforzado personaje los asados pueden ser un todo éxito o una buena razón para hacerle bulling en el resto de los asados de su vida.
Si aún no ha sido su turno, entonces este es el año para agarrar trinche y cuchillo para ponerse detrás de la parrilla y ser atendido como rey.
En un próximo artículo, las técnicas infalibles para hacer un gran asado en que se luzca, como siempre, el parrillero chileno.
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