¿Cómo detectar el Trastorno Explosivo Intermitente? Agresividad y descontrol que se vuelven patológicos

La impulsividad puede transformarse en un verdadero trastorno.

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La impulsividad se conoce como la cualidad de quien es impulsivo; es decir, quien habla o procede sin reflexión ni cautela y se deja llevar por la impresión del momento. En términos más formales, la impulsividad se define como “una reacción no planificada y rápida frente a estímulos tanto externos como internos, en la que no se tienen en cuenta las consecuencias negativas de esta actuación para el propio individuo o para otras personas”.

En el ámbito de los trastornos asociados a la impulsividad, se encuentran los denominados  “Trastornos del control de los impulsos”; donde es posible encontrar a la piromanía, tricotilomanía, ludopatía y cleptomanía, entre otros. Este sería un grupo de entidades clínicas que consisten en comportamientos perjudiciales realizados en respuesta a impulsos irresistibles. Se consideran un grupo de patologías bastante heterogéneas y -en su mayoría- poco prevalentes en la población.

Uno de estos trastorno es el conocido “Trastorno explosivo intermitente” que dice relación con la manifestación clínica más destacada de la impulsividad: La agresividad. Dicho trastorno se presentaría en personas mentalmente “sanas” pero que reaccionan con una violencia inusual en determinadas ocasiones. Los episodios de ira serían cortos (comienzan de un segundo a otro y no duran más de 1 hora), pero la persona pierde el control sobre su conducta de manera marcada.

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Según la última versión del Manual Diagnóstico de Trastornos Mentales (DSM-V), el Trastorno explosivo intermitente se define por la presencia de arrebatos recurrentes en el comportamiento que reflejan una falta de control de los impulsos de la agresividad. Lo anterior, manifestado por al menos una de las siguientes formas:

  1. Agresión verbal o agresión de tipo física (sin provocar daños ni destrucción) contra la propiedad, animales u otras personas. Esto por un período de al menos 3 meses y en un promedio de 2 veces por semana.
  2. Arrebatos en el comportamiento que provoquen daños o destrucción de la propiedad o agresión física con lesiones a animales u otros individuos. Esto en un período de 12 meses y al menos en 3 oportunidades.

Además, de manera oficial, se considera que la magnitud de la agresividad expresada durante los arrebatos o episodios de agresión es totalmente desproporcionada en relación al estímulo que la provocó (una provocación o cualquier factor estresante de carácter psicosocial). Más aún, dichos arrebatos no son premeditados ni persiguen un objetivo tangible; provocando un gran malestar en el individuo que los padece y el deterioro de sus relaciones interpersonales.

Finalmente, expertos en el área consideran que las personas que padecen este trastorno tendrían un umbral de la frustración muy bajo. Cabe mencionar que dicho trastorno es más frecuente en hombres que en mujeres y que se iniciaría mayormente hacia finales de la adolescencia. El tratamiento que se recomienda sería una mezcla de psicoterapia y psicofármacos.

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